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Xacobeo 21. Dos años de gracia a prueba de pandemias

2021 es Año Santo Compostelano, pero dada la situación sanitaria, este tiempo de gracias jubilares se prolongará durante dos años

Por Carmen Seara / Fotografía Cathopic

Columna vertebral de la cultura europea y fuente inagotable de gracias durante siglos, el Camino de Santiago sigue atrayendo a una multitud de peregrinos. Aunque su raíz se asienta en la llegada de los restos mortales del Apóstol Santiago a la Hispania del siglo primero, la ruta jacobea como espacio de peregrinaje fue impulsada en sus orígenes por Carlomagno, ya en el siglo VIII, para vertebrar la cristiandad frente a la amenaza de las herejías, la división política surgida tras la caída del Imperio romano y, sobre todo, la invasión musulmana.

El sepulcro del amigo del Señor, recién descubierto en aquellos tiempos, se convirtió no solo en destino de peregrinos que buscaban purgar sus delitos y sus pecados, sino también y sobre todo en un faro que iluminó la cultura de todo el continente y vivificó la fe de un incontable número de fieles. De ese modo, la ruta jacobea como hoy la conocemos nace de millones de caminos diferentes (pues cada peregrino partía de su propia casa) que fueron cristalizando en 10 rutas, hoy transitadas por peregrinos de todas partes del mundo.

Conchita Bernárdez, viguesa y apasionada del Camino, cuenta a Misión que ha recorrido la ruta jacobea (al menos sus últimos 100 km a pie) en 76 ocasiones. “Comencé en 1993, que fue Año Santo. Desde entonces lo he realizado varias veces al año, y he recorrido etapas sueltas fuera de Galicia. Allá dónde voy, la flecha amarilla se me descubre y me atrae al Camino…”, cuenta. Ella ha convertido su pasión en profesión, y ahora está al frente de la Agencia del Camino, que organiza y apoya peregrinaciones “a la carta”.

La peregrinación ha crecido y ha cambiado mucho en los últimos años. La motivación religiosa no es la única, pero sigue siendo la fundamental para un importante número de caminantes que buscan experiencias espirituales.

Por qué hacer el Camino

Javier Azuara, abogado residente en Pontevedra, ha hecho el Camino Francés (probablemente, la ruta más popular), desde Pedrafita do Cebreiro y el Bierzo, cuatro veces, y tanto solo como con amigos o familia. La segunda vez, de hecho, conoció a la que hoy es su mujer. Según cuenta a Misión, la motivación en cada caso fue distinta, pero siempre peregrinó con un propósito de fondo: “Para ayudar a alguien querido y cercano, vivo o muerto [en ese último caso, ofreciendo por su alma la Indulgencia Plenaria que se gana al concluir el Camino si se cumplen otros tres requisitos: visitar la Tumba del Apóstol en la catedral y rezar allí alguna oración; recibir el sacramento de la confesión quince días antes o después, y recibir la Comunión]”. Por esa experiencia, Javier sabe que en el Camino, saboreando las maravillas del entorno, “Dios te inspira mucho más”.

“Las personas –abunda Conchita– somos las mismas, pero cada vez que vamos al Camino, las circunstancias personales, familiares y profesionales, y las personas que te acompañan, son diferentes. Eso perfila tu motivación. Yo muchas veces he ido para ordenar los acontecimientos de mi vida, porque el Camino te facilita poder encontrar a Dios y a ti misma” .

El apóstol te espera

En su reciente Carta ¡Sal de tu Tierra, el Apóstol Santiago te espera!, monseñor Julián Barrio, arzobispo de Santiago, escribía: “El Camino de Santiago es un camino de conversión, ofrecido a todo el que desee acoger la experiencia; uno de sus valores permanentes estriba en que pone en contacto directo al alma y a Dios, incluso para quienes todavía no han descubierto la fe cristiana”.

Esa experiencia resulta más patente en los Años Santos Jacobeos, que se celebran cuando el 25 de julio, fiesta del santo, cae en domingo. El último Jacobeo (Xacobeo en gallego) se celebró hace 11 años, en 2010. Sin embargo, desde entonces, cada año el Camino ha batido récords. Solo en 2019, lo hicieron 350.000 personas.

“Aunque camines con una mochila cargada de dolor o enfermedad, la llegada te llena de profunda alegría”

Un esfuerzo que compensa

Durante la peregrinación, las jornadas transcurren, no sin dificultad, por senderos muchas veces abruptos, en los que la lluvia, el viento, el frío, el calor, los bichos, las rozaduras, las ampollas y dolores de todo tipo se convierten en compañeros de viaje. Como contrapunto, la amistad entre peregrinos otrora desconocidos, la ayuda desinteresada de los paisanos, el espectacular entorno y, como colofón, la indescriptible sensación al llegar a Compostela, hacen que todo el esfuerzo se vea ampliamente compensado. “Aunque camines con una mochila cargada de dolor, enfermedad, duda o angustia, la llegada te llena de profunda alegría. Es lo que tiene Dios: su presencia siempre alegra tu corazón”, explica Javier.

Para gustar tantos frutos, la peregrinación debe prepararse física (con entrenamiento y equipación adecuada), material (planificar etapas, albergues, credenciales…) y espiritualmente (para recibir las gracias jubilares). “Los peregrinos de Asia y de Sudamérica –cuenta Conchita– suelen prepararse muchísimo: físicamente, documentándose acerca del Camino, y meditando, rezando y haciendo retiros previos. Así, cuando llegan a Santiago y abrazan al santo, experimentan una grandísima emoción”. Y aunque por la pandemia, el abrazo a la escultura del apóstol esté vetado, ningún virus puede evitar que el corazón se arrodille en oración (especialmente ante la tumba del primero de los Doce que entregó su vida por Cristo), para seguir peregrinando en el día a día con todas las lecciones que el Camino enseña.

EL CAMINO EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS

Por el coronavirus, la Santa Sede ha decretado la prolongación del Año Santo 2021 durante todo el 2022, para evitar aglomeraciones y peregrinaciones masivas. Para ello, se ha previsto el programa Camino Seguro, con medidas que adaptan la peregrinación a la situación sanitaria (formación, guías de apoyo, asesoramiento, aforos limitados, etc.). Las normas de las autoridades y la concienciación para evitar los contactos sociales harán, en opinión de Javier Azuara, que el Camino en época de la COVID-19 “sea distinto, y más flojo, porque parte de la esencia del Camino es el trato social y amigable con quien se cruza contigo”. Sin embargo, anima a no dejar de hacerlo.

También monseñor Julián Barrio, arzobispo de Santiago, ha asegurado que “si el Camino hubiera que hacerlo con restricciones, no hemos de echar por la borda el Año de gracia que se nos ofrece para revitalizar nuestra espirituali­dad y fortalecer nuestra espe­ranza”. Porque, como concluye Conchita Bernárdez, “quienes vengan al Camino en estas circunstancias no lo harán para marcarlo como ‘hecho’ en su lista de sueños por cumplir, sino que vendrán a vivir sus duelos pendientes, a replantearse la vida, a recomenzar de nuevo una existencia con sentido y, ojalá, muchos, a encontrarse con Dios”.

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